Este mes se ha estrenado en todo el mundo el último proyecto de Peter Jackson, director de las sagas El señor de los anillos y El hobbit. Un viaje futurista de buenas intenciones, pero resultado tibio llamado Mortal Engines que analizamos en la siguiente crítica de la semana.
Peter Jackson y el Steampunk
Años antes del estreno de la saga El hobbit, cuya primera entrega llegó en 2012, el neozelandés Peter Jackson, uno de los directores más todopoderosos del milenio, comenzó a desarrollar un guión basado en una de sus novelas favoritas: Mortal Engines, de Philip Reeve. Una fantasía distópica y steampunk que, a priori, parecía prometer un espectáculo épico de efectos especiales y batallas memorables a pesar del modesto presupuesto y un plantel actoral prácticamente desconocido.
Casi una década después, financiada por Universal y Media Rights Capital, Mortal Engines llegaba hace apenas unos días a las pantallas de todo el mundo para contarnos la historia de Hester Shaw, una joven fugitiva que tras el asesinato de su madre se ve obligada a vagar por un mundo totalmente transformado desde que una catástrofe llevase a la humanidad a adaptarse a nuevas situaciones. En concreto, en un planeta en el que grandes ciudades móviles arrasan con los recursos de pueblos pequeños, fraguándose una revolución que llevan a la joven Hester y un aprendiz de historiador llamado Tom a enfrentarse a la opresión que encabeza el perverso Thaddeus Valentine, antiguo conocido de Hester.
A medio camino entre Star Wars y Mad Max, Mortal Engines es una producción firmada por Christian Rivers y protagonizada por Hera Hilmar, Robert Sheehan, Stephen Lang o Hugo Weaving, el intérprete más famoso del reparto y oriundo de las Antípodas, al igual que Jackson, a quien también vimos en Priscilla: Reina del desierto o Matrix.
Distopías poco estimulantes
En un mundo cinematográfico en el que el fin del mundo ha sido un tema abordado en demasiadas ocasiones, asistir a una historia sostenida sobre un panorama en el que enormes ciudades se mueven de un lugar a otro absorbiendo todo cuanto encuentran resulta una propuesta original y estimulante.
Sin embargo, en el caso de Mortal Engines la premisa es atractiva, pero el resultado deja mucho que desear. En primer lugar, la trama y sus ecos a Star Wars ya apuntan a una falta de personalidad que trata de ocultar a lo largo de todo el metraje, produciendo una sensación de déjà vu constante que no consigue introducir al espectador en la trama.
En segundo lugar, la película no alcanza un nivel narrativo correcto en prácticamente ningún momento. La historia se convierte en un tumulto de referencias, personajes y datos que puede llegar a resultar caótico en ciertos momentos, apostando por el aburrimiento y un exceso que se entrelazan con total facilidad.
Una fantasía que bien podría haberse convertido en un nuevo District 9 o una prima hermana correcta de Mad Max pero que termina cayendo en el olvido en cuanto sales de la sala de cine, sin importarte si en algún momento X personaje o X pueblo distópico será absorbido por potencias rodantes.
Una pequeña decepción, especialmente contando con Peter Jackson como guionista.
¿Cuál es tu crítica de Mortal Engines?