La monja: la família crece
En verano de 2013 llego a las pantallas The conjuring (Expediente Warren en España), cinta de terror basada en uno de los casos del matrimonio de investigadores paranormales formado por Ed y Lorraine Warren. La cinta se convirtió en un éxito instantáneo, tanto a nivel taquilla como por parte de una crítica que no dudo en nombrarla como la “Poltergeist” de esta década.
La aceptación fue tal que la película engendró una secuela de igual éxito en 2016 y diversos spin-off surgidos a partir de las investigaciones de los Warren. El primero de ellos, basado en la historia de la diabólica muñeca Annabelle, engendró dos cintas en 2014 y 2017 además de una tercera en camino.
El último grito ha sido un spin-off de “la monja demonio” a la que muchos conocimos en The conjuring 2. De ahí que la expectación macerada durante estos últimos años se haya saldado con un éxito instantáneo durante su primer fin de semana de estreno.
Dirigida por Corin Hardy y protagonizada por Demian Bichir y Taissa Farmiga (curiosamente, hermana de Vera Farmiga, Lorraine Warren en la saga The conjuring), La monja nos traslada a una enorme abadía de Rumanía a la que son enviados dos investigadores de El Vaticano a fin de descubrir los terribles sucesos provocados por una misteriosa monja.
Una premisa de lo más apetitosa que a pesar de unos cuantos buenos sustos y una ambientación lograda, adolece de las expectativas que muchos vertimos en una saga del nivel de The conjuring.
El sabor de boca amargo de La monja
Con el listón al que fueron igualadas sendas entregas de The conjuring, conseguir un producto eficaz era difícil. La saga Annabelle no lo hizo del todo mal, apegándose a la esencia de las películas madre, pero bajo guiones más bien sencillos.
En el caso de La monja, el terreno quedaba preparado para utilizar estas mismas virtudes y demostrar una personalidad propia. Sin embargo, se espera mucho más de ella una vez sales del cine.
Tejida a partir de una sucesión de sustos, algunos justificados, otros no, La monja trata desesperadamente de causar terror en el espectador. Y claro, no siempre es coherente a nivel narrativo, confirmando las fisuras de un guión en el que la lógica brilla por sus ausencias y la pérdida de rumbo se vuelve notable.
Como aspectos positivos, la película no aburre, mínimo requisito que pedimos a una cinta destinada a evocar el potencial de sus predecesoras. La cinta se pasa en un suspiro, se apoya en unos intérpretes notables que, por otra parte, se ven opacados por el personaje de “una monja” potente en el guión pero carente de objetivos concretos en ciertas ocasiones.
Lo mejor es que, conociendo a los creadores de la saga, una secuela no tardará en ser anunciada tras el éxito de este primer intento.
Si no, siempre podremos tratar de recuperar la esperanza con The Conjuring 3 y Annabelle 3.