Crítica de Aquaman: DC (por fin) encuentra el camino imitando a Marvel

Hace unos días llegaba a las pantallas de todo el mundo Aquaman, la enésima apuesta de Warner y DC por consolidar un universo superheroico colmado de altos y bajos.

Mitad humano, mitad atlante

En el panorama cinematográfico actual existe dos grandes universos basados en superhéroes: el MCU de Disney y Marvel, impoluto y casi perfecto, y el DCEU, de Warner y DC Comics, mucho más desigual. Marcado por los ligeros fiascos críticos de Batman v Superman, el triunfo de Wonder Woman y la decepción de Liga de la Justicia, los mentores de Superman o Batman han tratado de definir aún mejor un imperio irregular cuyo último intento se llama Aquaman.

Basada en el famoso cómic, Aquaman narra la historia de Arthur Curry, un joven híbrido nacido de la unión entre un farero y Atlanna, la reina de Atlantis. Un protagonista que tras ser formado en el famoso imperio subacuático potencia increíbles poderes como una fuerza sobrenatural o una velocidad supersónica. Un superhéroe capaz de hablar con los delfines y montar en caballito de mar que emprende junto a Mera, una guerrera atlante, la odisea por derrocar al medio hermano de Arthur, Orm, quien pretende unificar a los siete reinos del océano para iniciar una guerra en tierra contra la humanidad.

Dirigida por James Wan, artífice la exitosa saga de terror Expediente Warren, Aquaman está protagonizada por Jason Momoa, el carismático Khal Drogo de Juego de Tronos, como héroe absoluto de esta epopeya en la que también participan Amber Heard, Patrick Wilson, Willem Dafoe o Nicole Kidman.

Un nuevo episodio del DCEU destinada a convertirse en la fantasía pulp de un estudio que no termina de definir del todo su estrategia.

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Una de “sal” y otra de arena.

Cada una de las películas del MCU de Marvel han logrado, en mayor o menor medida, un éxito tanto en crítica como en público gracias a una factura impecable y un concepto trabajado a lo largo de diez años. Sin embargo, las cintas de DC han destacado por una irregularidad de la que tan solo se salva Wonder Woman, taquillazo y éxito que en 2017 encumbró a Gal Gadot al Olimpo hollywoodense.

Tras cintas como Batman v Superman, El escuadrón suicida o una Liga de la Justicia que ya presentase a Arthur Curry, Aquaman trata de ser una brizna de brisa fresca (o marina más bien) de un universo que esta vez ha apostado por lo kitsch y el humor facilones como conductores de la trama.

Sí, Aquaman está llena de fallos y virtudes, convirtiéndose en una de esa películas que amas u odias: si te dejas arrastrar por su absurdismo, sus colores y su entretenimiento, posiblemente te encuentren ante una de las películas más disfrutables de la temporada. Pero si entras en el cine bajo ínfulas demasiado objetivas, posiblemente acabes viendo en Aquaman uno de los grandes despropósitos del año.

Una fantasía apoyada en unos efectos especiales no siempre satisfactorios, un reparto correcto potenciado por el cierto carisma de Momoa y numerosas referencias a mitos literarios y épicos que, al menos, cumple su función: la de entretener y hacernos olvidar que en el DCEU hay películas que son mucho peores.

¿Cuál es tu crítica de Aquaman?